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18 de noviembre de 2012

Te eché de menos en septiembre

Antes de soltar mi habitual rollo del principio os doy un adelanto. ¡Hoy de nuevo tenemos visita! Y ahora sí, al lío.

El otoño es una buena época para reflexionar, para recordar, para volver la vista atrás e intentar detener el reloj. Para viajar en el tiempo y recordar esos otoños de hace muchos años. Esos que, por mucho tiempo que pase, no olvidaremos nunca. El bullicio de las noches de verano queda ya muy lejano. El calor y la luz del sol ya no son protagonistas, ahora las protagonistas son las hojas de los árboles. Su caída me hace pensar en el paso del tiempo, en lo efímeras que son las cosas. Pero aunque las hojas caen, los árboles quedan esperando la llegada de la primavera... 

Y todo vuelve a empezar.

Foto de Carlos Font
Ahora que se va acercando a su fin lo puedo decir. El otoño es una época especial, de nostalgia, añoranza y recuerdos. Y el post de hoy también. Pero eso ya no lo voy a contar yo, lo va a hacer alguien que lo cuenta infinitamente mejor. Y es que aunque todos tenemos algo que contar no todos lo hacemos igual. Hay personas que tiene un don especial y consiguen hacernos sentir sus historias como si las viviéramos nosotros. Y mi visita de hoy lo consigue siempre, hoy también... 

Este domingo Carlos Font deja Melmastia y se viene a La Pildorita para contarnos sus recomendaciones de una forma muy especial. Por eso hoy con la película, el libro y la canción no hay un orden definido, sólo magia... Espero que os guste tanto como a mí. Desde ya escribe Carlos.

Estiró la mano hasta ponerla sobre la de ella, acariciándola suavemente. La miró a los ojos, ella le devolvió la mirada. Sonrieron.

La velada había empezado estupendamente. Ella acudió puntual a su cita, él la esperaba con una rosa en la mano y otra en la solapa. Un saludo corto, dos besos en la mejilla y entraron. En el viejo teatro estaban haciendo un ciclo de cine clásico. Esa tarde la sesión incluía La reina de África, con Katharine Hepburn y Humphrey Bogart. Probablemente su película favorita y deseaba volver a verla en cine, en pantalla grande. Se miraron a los ojos justo antes de que se apagaran las luces, y así siguieron un poco más, ya en penumbra. Cuando empezó el descenso por el río ella apoyó la cabeza en su hombro y él notó cómo un escalofrío le recorría todo el cuerpo. Ella cogió su mano con fuerza en la escena de los rápidos, él pasó su brazo por sus hombros. El beso llegó cuando también lo hicieron Rose y Charlie, al acabar el descenso. Ella acercó sus labios y él se dejó hacer, en medio de un manojo de nervios, intentando no parecer torpe.


Salieron de la sesión cogidos de la mano y se dirigieron hacia el restaurante. Lo había elegido él. Un italiano de mesas redondas, manteles a cuadros y fotografías de Venecia. No era el más caro, ni el que estaba más de moda, pero era acogedor, íntimo. Tal y como se sentaron en la radio sonaba Sunday Morning, de The Bolshoi. Le pareció otra señal. Tuvo que reprimirse el cogerla de la cintura y ponerse a bailar al son de la melodía.


La cena pasó entre risas, anécdotas y miradas cómplices avivadas por el rosado bien fresco que el camarero les había recomendado. Al final de la cena ella pidió una manzanilla, él un té. Justo antes de que se los sirvieran ella metió la mano en el bolso y saco un paquete, torpemente envuelto y se lo dio. Él lo abrió con manos temblorosas y no pudo evitar que una lágrima le resbalara por el rostro en cuanto lo vio.

Cucho

Era un libro, la tapa estaba arrugada y había perdido algo de su color naranja inicial, la páginas estaban amarillas por el tiempo. Se notaba desgastado por las muchas veces que había sido leído. Se trataba de Cucho, de José Luis Olaizola. El mismo libro que él le había regalado a ella al final del verano en que se conocieron, la noche que la orquesta tocaba el Sunday Morning en la plaza, en la última verbena de las fiestas y que significaba que ella volvía a su casa tras la vacaciones, cincuenta años atrás, y que le había servido para recibir su primer beso, aquel que nunca llegó a olvidar, pese a los años y a todos los posteriores que había recibido. Por eso ahora, sintiendo de nuevo la piel de su mano bajo las yemas de sus ya viejos dedos sonreía. Y ella le devolvía la sonrisa. Y ambos volvían a tener catorce años.

Carlos, siempre te doy las gracias por hacernos disfrutar con tus historias e incluso por hacernos partícipes de ellas. Hoy lo hago más todavía por haber dejado tus recomendaciones siendo fiel a tu estilo, el de contar historias, por regalarme la foto y por dejarme escoger el título. Vuelve cuando quieras.

A veces nos perdemos el presente recordando el pasado o esperando el futuro. Lo que cuenta es hoy. Al final, como en la historia de hoy, las hojas siempre vuelven a los árboles en primavera.

Feliz domingo para todos.

6 comentarios :

  1. Estupenda la entrada dominical de hoy. Me ha encantado la forma de introducir la película, el libro y la canción. Así mismo, la presentación del tema me ha parecido muy adecuada, sensacional. Una entrada muy acorde a la época en la que estamos. Enhorabuena a los dos.

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    1. Muchas gracias hermanita, por tu comentario y por tu ayuda cuando me atasco con alguna frase.
      Un beso.

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  2. Cuando Pili me comentó la posibilidad de cederme un domingo, la idea me encantó y acepté a la primera. Luego vino lo difícil, elegir entre tantas películas vistas, tantas canciones escuchadas y tantos libros leídos.
    Finalmente decidí por aquellos que me hacían sentir algo cuando los veía, escuchaba o leía. Probablemente tenga algunos que sean más favoritos que éstos, pero estos son especiales.
    Gracias Pili por tu invitación, por hacerme sentir mejor que en mi propia casa y por dejarme compartir un poco de mi.
    Un beso.

    PD: Sólo un "pero", la foto no es mia, es tuya. La hice yo, pero ya no me pertenece. ;-)

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    Respuestas
    1. Gracias a ti por venir y por dejar tu trocito de ti siendo fiel a tu estilo. Ya sabes lo que te comenté la primera vez que leí el mail con la historia... los pelos de punta.
      Eres un lujazo de visita y espero que vuelvas cuando quieras.
      Y lo de la foto... ¡tienes razón! Me la has regalado, es míaaaaa y me encanta ¡yujuuu!
      Mil gracias por todo, un besazo.

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  3. Me ha gustado mucho, aunque lo haya leído desde el mundo virtual.
    EmeEMe

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    Respuestas
    1. Ay Eme, qué ilusión verte por aquí con la que tienes tú montada.
      ¡Gracias!

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