En plena ola de calor llega un post... calentito. Bueno, realmente van a ser muchos post sobre el mismo tema con un único objetivo, reírnos. Y como es domingo no pueden faltar la película, el libro y la canción... Siempre digo lo mismo pero es la verdad, será un post muy, muy, muy especial, rojo, caliente, picante y... con empotrador.
Como hoy el tema no admite florituras, ni reflexiones, ni muchos previos, vamos al lío. No os perdáis en twitter el hashtag #empotrapost.
La película. Empotradores en el cine hay trescientos, de aquí y de allí, y seguro que a cada uno se le ocurren otros trescientos más, pero no los voy a poner a todos. Lo que sí voy a poner es que puede resultar peligroso enamorarse de un empotrador. Puedes volverte loca y dejar de lado tu vida por él, quien, al fin y al cabo, nace empotrador y morirá empotrador. Si no que se lo pregunten a Desideria, la protagonista de La pasión turca, una película que no recomendaría a nadie porque es bastante mala pero que tiene como protagonista a un empotrador y como buen empotrador, sin romanticismos ni nada, vaya si empotraba el muchacho... (A ver, almas sensibles, antes de darle al play recordad que este es un post sobre empotradores, el vídeo no es nada del otro mundo pero por si acaso... avisados estáis).
El libro. El empotrador del libro no es el empotrador común, es la repera. Es un empotrador enamorado. Según la definición de la rae (Real Academia de Empotradores) parece incompatible que un empotrador se enamore, pero la excepción confirma la regla y éste cumple ambos puntos. Mi empotrador literario, sin duda alguna, es Jondalar de los Zelandonii, el protagonista masculino de la serie Los hijos de la tierra. Quienes hayan leído los libros sabrán de lo que hablo. Hoy en particular me quedo con la tercera entrega, Los cazadores de mamuts.
La canción. El mismo problema (bendito problema) que teníamos con los actores tenemos con los cantantes, hay muchos posibles empotradores que además cantan de lujo. Entre él y él no sabría a quién elegir, así que... ¡los dos! Pero sólo voy a poner una canción, así que... por mucho que el empotrador venga a pervertirnos con sus trucos de muchacho golfo y descarado a veces también queremos que nos susurren al oído que nos... Para conocer el final de la frase tendrás que escuchar (al menos un poquito) la canción de hoy, que se llama Ven a pervertirme de Malú (la grabación en directo, que la de estudio es muy sosa).
Y ahora, ¡a la piscina! Feliz domingo para todos.