Puede que ni el título ni el contenido de la entrada de hoy sean los más adecuados para un blog autodefinido como "de salud" pero no me importa. Como ya dije, hace mucho que escribo poco. Nadie es perfecto, y yo menos.
La película. Mediante un anuncio, dos desconocidos conciertan una cita para satisfacer una fantasía sexual. Quedan en un hotel, practican sexo y se despiden hasta la siguiente semana. Mantienen, como la propia protagonista define, una "relación pornográfica". Sin nombres, sin historias personales y sin complicaciones sentimentales. Puro sexo, sin más, hasta que el amor, la incertidumbre y el miedo al rechazo aparecen en escena. Una relación privada (Fréderic Fonteyne, 1999) es una historia que en el principio rompe con los estereotipos de las relaciones sentimentales, pero que al final cae en los tópicos de una típica historia de amor. Porque el sexo solo es un juego. Lo verdaderamente peligroso es el amor.
- No nos conocemos
- Las personas nunca se conocen. Si no nos conocemos a nosotros mismos, imagina a los demás.
El libro. Sara es adicta a las pastillas y a la televisión basura y solo sueña con participar en su programa televisivo favorito. Además de la adicción a la heroína, su hijo Harry comparte con su novia y su mejor amigo el deseo de abrir un café bohemio que les permita abandonar su oscura y angustiosa relación con las drogas. Réquiem por un sueño (Hubert Selby Jr., 1978) retrata el vertiginoso descenso a los infiernos de cuatro personas que sucumben a sus adicciones, mientras que sus vidas y sus sueños se van destruyendo.
La canción. Tenemos el sexo, tenemos las drogas y nos falta el rock. Y nadie mejor que él, El Rey, para ponerle la música a este domingo con una canción atemporal, versionada entre otros por Pet Shop Boys, Ryan Adams y Damien Rice, que desgarra el alma y que me ha costado un mundo elegir. Termina este post con Always on my mind (Elvis Presley, 1972).
Feliz domingo para todos.