Las vacunas son productos inmunológicos sensibles a las variaciones de luz, humedad, temperatura y tiempo. Estas alteraciones pueden ocasionar pérdida de la estabilidad, inactivando el producto.
Las fases de transporte, distribución, recepción, almacenamiento, manipulación y administración de vacunas a la población constituyen eslabones que no pueden romperse, ni siquiera temporalmente, ya que la inmunogenicidad de las vacunas quedaría comprometida. Todos estos eslabones constituyen la denominada cadena de frío. Para lograr el mejor efecto inmunizante y protector de las vacunas, así como minimizar sus posibles reacciones adversas, las vacunas deben conservarse en frío (2-8°C) y al abrigo de la luz.
RGB. Por ĐāżŦ {mostly absent} en flickr
Sobre la cadena de frío existen numerosas guías. A destacar ésta de la JCCM (porque es la que más conozco y porque es muy completa) y esta otra.
Aunque en las dos guías encontraréis la información mucho mejor ampliada querría recalcar unas pildoritas que me parecen interesantes y que algunas veces no tenemos en cuenta.
- En los frigoríficos se deben colocar termómetros de máximas y mínimas y, por supuesto, se deben leer.
- Colocar las vacunas según fecha de caducidad. Evitaremos que se estropeen dosis.
- No colocar vacunas en la puerta e intentar evitar el contacto directo con las paredes del frigorífico.
- El frigorífico de las vacunas es para las vacunas. No meter comidas o bebidas.
- El frigorífico puede (y debe) descongelarse cuando la capa de hielo alcance un grosor elevado. La excesiva acumulación de hielo disminuye el poder refrigerante del frigorífico.
- Almacenar acumuladores en el congelador y botellas de suero salino en la puerta y en los estantes inferiores del frigorífico.
- Y aunque esta última parece obvia, hay que asegurarse de que la puerta del frigorífico permanece cerrada.
Seguro que me dejo sin destacar alguna recomendación, si quieres añádela en los comentarios.
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