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22 de marzo de 2015

El baile de las almas


Aparentar tiene más letras que ser (Karl Kraus). 

Vivimos en un mundo de apariencias. Intentamos aparentar bondad, solidaridad y empatía pero la condición humana es caprichosa, egoísta y clasista. Según la época y en mayor o menor medida, siempre ha sido así. Hay personas dispuestas a todo, incluso a vender su alma si es necesario, por parecer ser algo que no son. Y personas sin alma capaces de permitir la humillación de otros porque su condición social les hace creerse superiores.


La película. Durante la Gran Depresión americana se organizaban inhumanos maratones de baile donde la única pareja ganadora era la que mayor tiempo resistía bailando. Estos bailes se disponían con dos finalidades. Para los concursantes, escapar de la miseria y desesperanza, reparar sus sueños rotos o recuperar las oportunidades perdidas ganando el premio final. Para los bien posicionados socialmente, divertirse y disfrutar del sufrimiento de los desesperados, como si de un gran espectáculo se tratara. Dramático.

En 1969 Sydney Pollack dirigió una de sus grandes obras y mi película de hoy, Danzad, danzad, malditos. Esta escena es sobrecogedora:



El libro. ¿De qué sirve tener mucho si no presumes de ello? Los Kampf, nuevos ricos en París tras un golpe de suerte en la bolsa, tienen todo lo que el dinero puede comprar. Pero les falta algo imprescindible para ellos, el reconocimiento de la alta sociedad francesa. Para conseguirlo organizan un baile con doscientos poderosos invitados. Un baile lleno de apariencias al que también asistirá la odiada prima Isabelle, una vieja malévola y fisgona a la que invitan porque si no invitamos a Isabelle, si no estoy segura de que al día siguiente [en mi familia] se morirán todos de envidia, ¡lo mismo me da que haya baile como que no! Pero no todos los Kampf comparten el mismo entusiasmo por el baile. Antoinette, la hija de catorce años constantemente ninguneada por su madre, encontrará la forma de vengarse.

El baile, de Irène Némirovsky, combina la difícil relación entre una madre y su hija, el ansia de reconocimiento social y las diferentes formas de buscar la felicidad con un final inesperado.


La canción. Y después de todo lo leído, ¿cómo recuperas tu esencia y vuelves a creer en el mundo? Puedes callar, puedes pasar, puedes fingir que te da igual... O puedes partirte en dos y negociar una de tus mitades. O haces de la rabia tu flor y con ella tu bandera. Total, hay tanto idiota ahí fuera... La canción de hoy es Sálvese quién pueda, de Vetusta Morla y la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia en el concierto benéfico ofrecido tras el terremoto de Lorca.




Feliz domingo para todos.



4 comentarios:

  1. De verdad Pilar, no has pensado en recopilar todas tus entradas en un libro?
    Qué gusto da leerte!!!
    Bien pensado, prefiero verte cada domingo antes que devorarme el 'libro' en un momento.
    Un beso y un millón de Gracias!!!! (por todo) :-)

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    1. ¿Un libro? Me lees con buenos ojos, eso son palabras mayores, jajajaja.
      De momento espero seguir publicando de vez en cuando.
      Como siempre, gracias por tu comentario.
      Un abrazo y buen final del fin de semana.

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  2. Me encanta el tema elegido para tu entrada dominical de hoy. Me parece increible tu habilidad para encontrar un tema interesante e hilar libro, película y canción. Sencillamente sensacional. Ve pensando tema para la próxima entrada dominical porque cada semana pones el listón más alto. Voy a terminar pensando que equivocamos los papeles (si no fuera porque me da yuyu la sangre).
    Enhorabuena.

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    1. Jajajajaja, ay mi hermanita... A veces hilan bien y otras menos, pero vosotros siempre estáis ahí. Gracias a Pedro y a ti por echarme un cable siempre que os lo pido.
      No nos equivocamos, si tú te pusieras lo harías mil veces mejor.
      Mil gracias por tus palabras.

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