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8 de febrero de 2015

Bebo para olvidar que soy un borracho

-¿Qué haces ahí?
-¡Bebo!
-¿Por qué bebes? 
-Para olvidar.
-¿Para olvidar qué?
-Para olvidar que siento vergüenza.
-¿Vergüenza de qué?
-¡Vergüenza de beber!*


La bebida es el tema principal en esta conversación entre el Principito y el bebedor que habita el tercer planeta. Y también ha dado título a un buen puñado de películas, libros y canciones. 

La película. Se puede pasar de beber para celebrar la vida a malvivir para beber. Del cielo al infierno en unos cuantos tragos. Así podemos definir la vida e historia de amor de Joe y Kirsten, los protagonistas de Días de vino y rosas (Blake Edwards, 1962). La magnífica interpretación de Jack Lemmon y Lee Remick, un gran guión y su excelente banda sonora convierten este drama en uno de los grandes clásicos de la historia del cine.


El libro. Si en la película de hoy el alcohol convertía en trío a la pareja protagonista (ella, él y la botella) mostrándonos de golpe el drama del alcoholismo, en el libro su efecto es opuesto. ¿Puede el vino tener efectos beneficiosos en una de las llamadas "enfermedades invisibles"? ¿Qué estarías dispuesto a hacer por averiguarlo? M.M. vuelve a la carga en unos escenarios inmejorables y acompañada de unos personajes sorprendentes. Vino, misterio e intriga son los ingredientes principales en nuestro libro de hoy, Los posos del vino amargan (Andrés Carretero, 2014).


La canción. Para quitar el amargor que nos dejó el libro terminaremos con una canción dulce, aunque hay dulzuras más amargas que los posos del vino. Para no oírnos, para no vernos, o simplemente porque nos divierte el juego, nos bebemos la entrada de hoy con Vetusta Morla y una de mis canciones favoritas, Maldita dulzura. Y ya callo y río y bebo.



Aunque nunca se olvida del todo, prefiero intentarlo de otra forma. ¡Salud! Y feliz domingo para todos.


*Texto extraído de El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry.

1 de febrero de 2015

Segundas partes que a veces fueron buenas

Segundas partes nunca fueron buenas es una famosa y muy empleada frase que Miguel de Cervantes ya puso en boca de Sancho Panza en el cuarto capítulo, precisamente, de la segunda parte de El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha, obra literaria universal cuyo cuarto centenario de publicación se celebra en este año 2015. 

Carátula de la segunda película de El Padrino 

Las segundas partes de El Quijote y de El Padrino no protagonizan ni el libro ni la película de hoy pero son dos ejemplos de que, a veces, segundas partes no tienen por qué ser malas.

La película. La conocida como "trilogía Before", de la que forman parte Antes del amanecer (1995), Antes del atardecer (2004) y Antes del anochecer (2013), es considerada por muchos la mejor trilogía romántica de la historia del cine. Y creo que lo es. Porque, a diferencia de otras películas románticas, ni empalaga ni lleva el "comedia" delante. Simplemente muestra la diferente forma de vivir la vida y las relaciones a los veinte, a los treinta y a los cuarenta años.

Por unos diálogos inolvidables, porque este post trata de segundas partes, porque es la que más me gusta de las tres y porque es una de mis favoritas, mi película de hoy es Antes del atardecer, reflejo fiel de la treintena, esa edad en la que descubrimos que algunos de sueños de juventud se quedarán solo en sueños y en la que ya duelen algunas heridas del camino recorrido.


El libro. Además de pertenecer a una buena trilogía literaria, el de hoy es un libro especial porque formó parte del primer post dominical a dos manos gracias a Rut, hace ya más de tres años. El segundo libro de la trilogía Millenium, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina nos permite conocer mejor a Lisbeth Salander y su  pasado. Y aunque parece que su vida y la de Mikael Blomkvist se separan para siempre, un suceso dramático hará que sus caminos vuelvan a juntarse.


La canción. No sé si definirla como una gran canción dividida en tres partes o como tres grandes canciones con el mismo nombre que acaban formando un todo. Un ladrillo, otro ladrillo y otro ladrillo más, construyen The Wall, un álbum histórico e irrepetible de Pink Floyd. En The Wall se incluye Another brick in the wall, una canción protesta y reivindicativa cuya segunda parte resuena con más fuerza que el resto.

Acabamos esta entrada de segundas partes formando parte de ese coro que canta en Another brick in the wall (part II).



Feliz domingo para todos.


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