Social Icons

google plus Canal en YouTube

22 de diciembre de 2011

La coraza

Ni yo misma sé el motivo, quizás sea porque nosotros, humanos además de sanitarios, atravesamos épocas con la sensibilidad a flor de piel; quizás porque hay historias que son mucho más que problemas de salud; o enfermedades que más que enfermedades son sucesos terribles que no tendrían que suceder nunca;  o tal vez porque a veces la persona que tenemos frente a nosotros y que se denomina paciente necesita "explotar" por algún sitio.

El tema es que hay historias, clínicas o personales, que nos llegan muy adentro, que tocan nuestra fibra sensible y que, por qué no reconocerlo, nos acompañan a casa cuando nos quitamos la bata y salimos a la calle.

Pero... ¿cómo actuar en estos casos? ¿Qué hacer cuando alguien se abre a ti, te muestra su alma y comparte su pena, preocupación o miedo? ¿Qué pensar cuando lo que no debería suceder nunca a veces sucede?

Podemos hacernos los duros, los impasibles, aguantar el tirón, escuchar mientras escribimos parámetros clínicos en el ordenador sin dejar de mirar a la pantalla en lugar de a sus ojos, transmitirle los ánimos que podamos o se nos ocurran y cuando acabe nuestro turno colgar la bata y la coraza en una percha y olvidarnos de todo.

Armor German (Metropolitam Museum of Art
 NY. mharrsch en Flickr)

Pero, no olvidemos que estamos hablando de una conversación profesional sanitario-paciente y no una conversación con un hermano, amigo, etc. donde la respuesta lógica sería abrazar, consolar o incluso ponerte a llorar con él. No, una consulta no es lugar adecuado para ésto (¿o sí?).

Y es que por mucho que nos lo enseñaran, por mucho que pensemos que lo que pasa en la consulta se queda en la consulta, por mucho que intentemos no llevarnos los problemas a casa, hay días y hay historias difíciles de olvidar.

Y a ti ¿te ha afectado emocionalmente más de lo normal la historia personal de algún paciente? ¿Te has llevado alguna vez el drama de un paciente a casa? Si la respuesta es afirmativa, ¿con el tiempo uno se va acostumbrando a estas cosas o lo sigues pasando igual de mal?

O también puede suceder todo lo contrario, ¿eres de los que se pone una coraza al mismo tiempo que la bata consiguiendo que nada o casi nada te afecte más de lo profesionalmente aceptable?

A veces, esta profesión es dura. Antes que sanitarios somos humanos, por muy resistentes que sean las corazas que llevemos.

Fijaos que en esta época me ha dado por pensar en ésto. Sin más.

26 comentarios :

  1. Claro que sí; imagino que todos hemos pasado alguna vez por situaciones difíciles en la consulta o en el hospital y nunca te acostumbras. El aislante de las batas vamos a tener que mejorarlo porque no funciona nada bien.
    Una gran reflexión Pilar.
    Un abrazo y Feliz Navidad

    ResponderEliminar
  2. Me imagino que no es fácil. No sé qué podríais hacer la verdad, pero el ser humano hace que tú, como paciente, te sientas un poquito menos enfermo.

    ResponderEliminar
  3. Hola guapa,
    trabajé durante muchos años con pacientes oncológicos y de alguna forma te pones coraza pero recuerdo las caras y también los nombres de todas las personas a las que cuidé y acompañé en sus últimos momentos. Algunas de ellas me acompañarán siempre y me hicieron ser lo que soy ahora. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. En mi caso siempre hay historias que no puedo evitar llevarme a casa de alguna manera. Cuando alguien me dice que soy enfermera y que debería estar acostumbrada a ciertas cosas pienso, si me emociono con las películas ¿cómo no voy a hacerlo con casos reales?

    A veces pienso que soy demasiado empática....¿eso es malo? Depende....

    ResponderEliminar
  5. ¿Quién cuida al cuidador? .... tendremos que responder, como colectivo,a esa pregunta tarde o temprano.

    ResponderEliminar
  6. Mientras leía tu entrada y los comentarios recordaba a una gran compañera que un día me dijo (un poco enfadada)que mi corazón era 'de hielo'...
    Al mismo tiempo han desfilado por mi mente tantos y tantos rostros y nombres...
    No es menos cierto que en ocasiones me he llegado a 'asustar' de mí mismo por cómo he vivido el sufrimiento del otro (me ha asustado de que eso se llame profesionalidad, entereza, ...)

    Al final, el calor de las lágrimas
    que no se vieron, de las miradas que se cruzaron, de las risas que se escucharon, de los silencios que se gritaron, al final... se deshizo el hielo...

    Un beso.

    ResponderEliminar
  7. Te has salido con esta entrada, Pilar!!
    Yo confieso que me sobreimplicaba con "mis chicos" cuando trabajaba en la asociación de daño cerebral. También es cierto que no trabajábamos en condiciones adecuadas, ni por los medios humanos ni por los ambientales (lo de los económicos lo doy por supuesto).
    Puedes ir sobrellevando la situación, pero se llega a un punto en el que o te pones esa coraza o terminas cayendo enfermo y eso es perjudicial tanto para ti como para tus pacientes. Eso no significa que dejes de sentir o de emocionarte, sino que cuidando de ti mismo puedes cuidar mejor de los demás.
    Gracias por tu reflexión, un abrazo.

    ResponderEliminar
  8. No creo que sea profesional o ético colocarse la coraza al entrar en la consulta, la bata y la mesa son la coraza, yo no la uso. Pero tenemos que tener muy claro ¿qué es trabajo? y ¿qué es nuestra vida?, a mi me gusta la doble personalidad, el dr. Yekill y mr. Hyde. En la consulta debemos desarrollar el mejor papel de nuestra vida y Dr. afable cercano que siente y mira a la cara, que coge la mano de la madre mientras te cuenta que su hijo esta en la uvi más pallá que pacá y si hace falta suelta una lagrimica de cocodrilo afectivo. Pero cuando termina su horario aparece su otra personalidad ni mejor ni peor que la anterior, a lo mejor igual, a lo mejor diferente, pero otra que se afecta con otras cosas, no con las mismas.
    Siempre he dicho que me parece una prepotencia el afectarse por el dolor de los pacientes, yo puedo estar afectado unos minutos, unas horas pero el pastel queda para el paciente o su familia toda la vida, o nos implicamos con el de por vida o pasamos a otra cosa.

    ResponderEliminar
  9. Uffff!!!! Esto que cuentas es algo que todavía no he conseguido y, de hecho, no sé si quiero conseguir... Pero como he dicho muchas veces,es algo que una se lleva a casa y al final llega un momento que por pura defensa o aprendes a desconectar o malamente... (yo ando en ese proceso...)

    Pero de ahí a no implicarse, no reaccionar ante lo que nos cuentan... eso sí que no. De hecho, muchas veces sientes que no puedes dedicarles todo el tiempo que te gustaría y te da mucha pena, pero cuando no se puede... :(

    En fin, cuando encuentre la fórmula mágica del equilibrio ideal para llevar esto bien te aseguro que te la diré! (a ver si doy con ella... :))

    Un besote enorme!!!!

    ResponderEliminar
  10. No puede ser todo o nada, es decir, no es eso de tener coraza o que todo te afecte. Hay que aprender a conseguir el equilibrio, nuestro equilibrio, ese que nos permite seguir viviendo sin llevar a nuestros pacientes a la espalda. ¿Difícil? Por supuesto, pero creo que pocas cosas de las que de verdad merecen la pena sean fáciles. Nos nos vale, por ello, los consejos o experiencias de los demás... Yo lo llevo bien, o eso creo, pero aún así, a veces, me llevo un sablazo en todo el corazón.
    Besos miles y feliz Navidad o Solsticio de Invierno, para gustos los colores! :)

    ResponderEliminar
  11. no hay nada tan robusto como un recién nacido.

    no hay nada tan vulnerable como un caballero con armadura.


    somos a la vez la misma cosa.

    ResponderEliminar
  12. Javier, mi opinión está en tu línea. Nunca te acostumbras. Al menos yo y a día de hoy (nadie sabe qué puede pasar mañana) no lo he hecho, y ya llevo más de 13 años en ésto.
    Muchas gracias a ti por comentar.
    Un beso enorme y Feliz Navidad también para ti.

    Laila, es cierto, a veces no es fácil, y ser humano y ser buen profesional no es incompatible. Más bien todo lo contrario.
    A las personas (enfermas o sanas) les gusta tratar con las personas.
    Gracias por tu comentario. Un beso.

    Olga, a mí me ocurre algo muy parecido. Hay ciertos pacientes y ciertas circunstancias que no he olvidado ni creo que lo haga. No voy a mentir diciendo que todos los días pienso en ellas y me pongo a llorar como una loca (tendría que haber dejado ésto al segundo día), pero también las llevo dentro y forman parte de mí, como enfermera y como persona (¿dónde está el límite?)
    Gracias por tu comentario, me ha hecho una ilusión enorme verte por aquí.
    Un beso.

    Inés, casi nunca hablo del trabajo fuera del trabajo, casi nunca, pero algunos días, los que te conocen bien notan que "ha pasado algo", y aunque no des muchos detalles también te pueden decir lo que comentas "ya deberías estar acostumbrada ¿no?" Y siempre les respondo lo mismo, hay cosas a las que es imposible acostumbrarse, al menos yo no.
    Y con respecto a ser demasiado empática, en mi opinión es malo cuando te afecta en exceso y te impide realizar correctamente tu trabajo o lo que es peor, te afecta en tu vida personal. Si existe el equilibrio justo, no creo que sea malo.
    Gracias por comentar.

    Juana, no sé, no necesariamente necesitamos que nos cuiden (como profesionales y en este sentido, en otros muchos, que hoy no vienen al caso sí, pero ese es otro tema), es que a veces hay cosas muy duras que nos duelen, por muy profesionales que seamos. Y eso alguna gente no lo entiende.
    Un beso enorme y gracias por tu comentario.

    ResponderEliminar
  13. Antonio, creo que te conozco y puedo asegurar que tu corazón no es de hielo. Quizás en esa época lo fuera, no lo sé, pero ahora no. Una cosa es tener entereza y otra muy diferente tener el corazón de hielo. Y ese no es el tuyo.
    Un beso y gracias por tu comentario, ice-man.

    Paloma, no es más que una reflexión en voz alta. No es la entrada más currada, ni a la que más tiempo he dedicado, ni mucho menos, pero parece ser que el tema ha generado más debate que otras.
    Lo último que comentas es justo lo que decía en un comentario anterior. Tendríamos que buscar un equilibrio (y no necesariamente una coraza, yo no la uso, por eso llamé así al post, porque es más impactante).
    Muchísimas gracias a ti por tu reflexión. Un beso.

    Elmédicodemihijo, en algunas cosas estoy totalmente de acuerdo contigo y en otras discrepo.
    Tampoco tengo coraza y también estoy de acuerdo en distinguir trabajo de vida, pero más que con una doble personalidad (ésto es algo en lo que no estoy de acuerdo), buscando un equilibrio para no parecer androides sin corazón ni unos depresivos que se afectan porque a otro le duele una muela. No es eso.
    Pero hay pacientes y circunstancias que por lo que quiera que sea, te afectan, te llegan dentro, y al menos a mí me resulta totalmente imposible olvidar lo que me han contado, lo que les ha pasado, o lo que han sufrido, cuando me quito la bata y me voy a casa. Y no me considero prepotente por ello.
    ¿Te parece una prepotencia afectarse por el dolor de los pacientes? A mí no, en absoluto. Que el "pastel" quede para el paciente y su familia no excluye que nos impliquemos con él en lo posible. Ni por asomo nos afectará como a ellos, pero ni por asomo seremos prepotentes si una situación difícil de otro también nos duele.
    Muchas gracias por pasarte y por dejar tu comentario.

    Tere, no hay que conseguir nada. Cada uno es como es y lo es desde el minuto uno en el que empieza a dedicarse a ésto. Quizás con el tiempo asimilas mejor ciertas cosas pero nunca, insisto, creo que nunca, te puedes acostumbrar a ciertas otras. Al menos yo no lo hago.
    Tú misma me das la clave en tu segundo párrafo, es imposible no implicarse ni reaccionar a ciertos problemas. Lo que no podemos es llevarnos siempre todo el dolor a casa. Como ya he escrito más arriba, ese equilibrio es la clave. ¿Difícil de encontrar? Es posible. Pero si no lo encontramos este trabajo te "mata".
    ¿Te cuento mi fórmula? De momento a mí me sirve. Al igual que hay algunas personas a las que no olvidaré nunca por motivos tristes (a veces los más tristes posibles), también hay personas que no olvidaré nunca por todo lo contrario, por habernos sorprendido a todos, y por habernos regalado sus abrazos, sus sonrisas al salir victoriosos de batallas que parecía iban a ser perdidas.
    Piensa en ello y ya me cuentas si te sirve.
    Un beso enorme y muchas gracias por tu comentario.

    Lola, qué bueno tener tu comentario aquí. Entró justo después de que empezara a contestar los comentarios anteriores y en él resumes casi todo lo que he intentado expresar en mis respuestas.
    Nadie dijo que ésto fuera fácil ¿no?
    Un beso enorme y muchísimas gracias por tu comentario.

    Salvador, como siempre tus palabras me encantan, son inspiradoras. Y expresas los pensamientos tan bien...
    No puedo más que darte las gracias por tu comentario. Por lo que dices y por cómo lo dices.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  14. Pilar, pensaré en ello. Un buen consejo, sin duda, de hecho anda que no tengo yo grandes momentos en el día día... Tanto es así que hoy he vivido uno enorme con un paciente que cada vez que me ve sonríe y se muestra animado. Es un cielo!

    En cuanto a una cosa que se me pasó decirte... no sé si la consulta es el mejor sito o no se debe dar muestras de "cariño" en ella. De momento yo cada vez me corto menos en dar la mano, dos besos o un abrazo. Lo hago mal? No lo sé, pero creo que a ellos no les importa! :)

    Un besote enooooooooooooorme, SH!!!!

    ResponderEliminar
  15. Uy que llego tarde!

    Que pedazo de reflexión. Yo tengo días, como dice Lola intento encontrar el equilibrio... Pero si tengo que decidir, sin duda, la coraza a tomar por saco, prefiero sufrir y sentirlo todo. De todos modos, hay que tener cuidado, porque si empatizamos demasiado, hasta el punto de sufrir, no podremos ayudar a nuestros pacientes, tendrá que venir alguien a sacarnos del hoyo a nosotros primero.

    Un abrazo!

    ResponderEliminar
  16. Pilar me ha encantado tu reflexión.. Despues de tantos comentarios poco más se puede añadir..
    Es dificil buscar ese equilibrio entre lo profesional y personal y como bien dices Pilar a veces se nos nota cuando hemos tenido un día duro emocionalmente..
    Recuerdo una frase que nos dijo una profesora de la escuela de enfermeria donde nos aconsejaba que fueramos como una roca , duras para resistir lo que seos ponga por delante pero porosas a la vez para dejar fluir emociones y sentimientos ..

    ResponderEliminar
  17. Tere, qué ilu. Te recontesto (aunque la falta de costumbre hizo que ya medio contestara en el tuit, jajaja, lo siento SH)
    Como te decía, la fórmula funciona. Guarda también los momentos de sonrisas como el de hoy, al final en la balanza pesan muchísimo más.
    Y no te cortes en expresar cercanía. Somos sanitarios y personas, no "estirados a los que les han metido una palo por..." y no pueden mostrar sus sentimientos.
    Muchas gracias por volver a comentar, de verdad.

    Jesús, te digo igual que le decía a Jose vía twitter, aquí no hay horarios que valgan, estás en tu casa.
    Fuera coraza pero mantengamos el equilibrio. El hoyo a veces está demasiado cerca.
    Gracias por comentar.
    Un beso.

    Ruth, muchas gracias. Me gusta lo de la roca, dura para resistir pero porosa para dejar fluir, me lo apunto.
    Gracias por comentar. Un beso.

    ResponderEliminar
  18. Me gusta mucho comentar cuando el debate está en este punto, porque me alimento de los comentarios de los demás, que enriquecen mi perspectiva.

    En mi caso, por mi tipo de trabajo, mi coraza es temporal. Cuando trabajas en emergencias, no puedes permitirte el lujo de dejarte llevar por los sentimientos en instantes que pueden significar tanto para la vida de una persona. Otra cosa es lo que pasa después, cuando acabas el servicio...

    No creo que sea algo intencional, sino que creamos mecanismos de adaptación para sobrellevar ciertas circunstancias. De no hacerlo, dudo mucho que pudiéramos seguir trabajando con pacientes.

    Ponerse la coraza lleva su tiempo, pero creo que se acaba aprendiendo y cada vez cuesta menos. Lo curioso es que cuando crees que la tienes bien puesta, llega una situación y te desarma en cuestión de segundos.

    Somos seres humanos y como tales, emocionales y muchas veces esas emociones se escapan de nuestro control, es normal.

    Gracias Pilar por provocarnos este tipo de reflexiones

    ResponderEliminar
  19. Cuando no queda esperanza, cuando el dolor está siempre a tu lado, cuando crees que tu corazón no puede soportar más sufrimiento y que cada respiración es un ahogo de lágrimas, es necesario saber que a tu lado hay alguien que sufre como tú, le duele como a ti y ahoga las lágrimas como lo haces tú.
    Un abrazo Pilar.
    Gracias.

    ResponderEliminar
  20. Solo unos pocos son capaces de la esquizoenia de ser distintos en casa, trabajo, amigos. Yo no lo soy. Tienes otra actitud, pero eres básicamente tu. Y si no lo eres, eres fachada, teatro, farsa. En mi opinión.

    Ser tu, lo mejor posible, solucionar problemas y acompañar en la toma de decisiones y una vez tomadas. Nada mas y nada menos.

    Muy buenísima entrada.

    Un beso.

    ResponderEliminar
  21. Magnifica reflexión y magnificos comentarios.
    Esta palabra la utilizo yo mucho en mi trabajo, el caparazón le digo yo.
    Yo quiero seguir sorprendiéndome, admirándome, quedándome sin respiración, cogiendo la mano, respirando profundo para poder seguir hablando, no me importa que se me note, cojer el pañuelo y dar otro, incluso puede que me este equivocando por actuar asi. Soy humana, pero quiero "ponerme en la piel del otro". No entiendo otra forma de estar con mis cuidadores y mis pacientes. Hay días terribles, pero ya no entiendo CUIDAR de otra forma. No quiero tener una coraza y seguro que muchas veces la llevo puesta. No la quiero, me evitaría el poder sonreir y mirar a la vida, la coraza te puede paralizar.
    Un saludo rosa

    ResponderEliminar
  22. Es cierto Chema, leer los comentarios que los demás han escrito (que por qué no decirlo, son buenísimos y están cargados de sentimiento) nos hacen ver puntos de vista distintos al nuestro, pero otros puntos de vista al fin y al cabo.
    Nunca creo que tenga una coraza bien puesta, y lo mejor de todo, es que no sé si quiero tenerla. Me quedo con el equilibrio que decía Lola, o con tus mecanismos de adaptación. Si no, y como muy bien escribís, sería imposible seguir trabajando con pacientes.
    Muchas gracias a ti por tu comentario.

    Rosa, al igual que le decía a Salva, después de leer tus palabras no puedo hacer otra cosa más que darte las gracias. Por tus palabras y por tus abrazos.
    Un beso enorme y gracias a ti.

    Rafa, precisamente de ésto hablamos una vez en un post de los turroneros, y la duda era ¿dónde termina la Pilar enfermera y dónde empieza la Pilar persona? Tampoco creo en las dos personalidades. Otra actitud si, otra personalidad no.
    Sabias tus palabras Rafa, como siempre.
    Un beso y muchas gracias.

    Rosa, caparazón, escudo, coraza, seguro que todos los que trabajamos en ésto hemos pensado en ello alguna vez.
    Estoy contigo, somos humanos, es así de sencillo.
    Gracias por tu comentario y un beso.

    ResponderEliminar
  23. La coraza no es más que un auxilio de nuestra psique de profesional, que hace que intentemos obviar una situación de estrés emocional. Muchas veces caemos en el error de, sin tener la formación adecuada y con mas voluntad ( de la buena ) que conocimientos en la resolución de conflictos, intentar ayudar a canalizar de forma eficiente las frustraciones inherentes a una situación mal afrontada por el paciente que surgen en plena relación terapéutica, como si de un hermano se tratara. En consulta no estamos para ser herman@s, padres o amigos, sino para ser profesionales y sobre todo cuando la implicación en algún caso, hace que nos llevemos la frustración a casa y que nos afecte a nivel individual. A lo largo de nuestra vida laboral , supongo que aprenderemos “capear los temporales “ con las tablas que iremos consiguiendo , mientras tanto nos estaría mal formarnos mejor para canalizar de forma positiva esta implicación o la falta de ella, aunque creo que eso va a ser mas que imposible en muchos casos. Tenemos que recordar la máxima de “cuidar al cuidador “ aplicándonos nuestros propios cuidados para hacer que el distrés que nos ocasiona el trabajo nos refuerce como persona y como profesional y no nos provoque alteración negativa en ningún aspecto, causados por procesos frustrantes de conflictos no resueltos a nivel profesional.
    No podemos dejar de ser humanos, eso es lo bueno, por lo que el nivel de implicación va a tener una relación directa con el carácter del profesional, pero si tenemos las herramientas necesarias y suficientes para hacer de la “coraza “ algo positivo.

    No deberíamos permitir que la coraza fuese nuestra piedra piramidal de actuación, eso deshumanizaría nuestra atención , pero tampoco podemos hacer que un exceso de implicación nos afecte a nivel individual ya que no duraríamos ni un asalto en esta profesión.

    ResponderEliminar
  24. Hola Francisco Javier, gracias por tu comentario.
    La formación adecuada y el empatizar con el paciente no está reñido. Y no tenemos que jugar el papel de hermanos o amigos, somos los cuidadores pero también somos personas. A veces es difícil que una situación no te afecte, todos nos hemos implicado más de lo estrictamente profesional alguna vez.
    Estoy totalmente de acuerdo con tu párrafo final.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  25. Hola Pilar,

    Lo confieso, hasta hoy no había leído tu magnífico post-reflexión. Mi GReader está bastante solo últimamente, aunque yo soy de las que pienso que si una entrada es buena siempre, siempre vuelve a resurgir. Como tu entrada, que gracias a un tweet de @RafaelTimer a vuelto a mi.

    Un diálogo muy interesante, los comentarios muy constructivos y ...aunque, habitualmente, no atiendo a pacientes, si conozco muy bien el entorno sanitario de ambas partes. ¿Corazas? seguro que haberlos, ailos (como las meigas) pero creo que es algo que va más allá de hacer pura y llanamente tu trabajo.

    Al leerte, me ha recordado un sencillo pero instructivo libro "El Caballero de la Herradura Oxidada" de Robert Fisher, y me permito el lujo de haceros una reseña de la contra:

    "Es mucho más que un libro: es una experiencia que expande nuestra mente, que nos llega al corazón y alimenta nuestra alma. El libro nos enseña, de una forma muy amena, que debemos liberarnos de las barreras que nos impiden conocernos y amarnos a nosotros mismos para poder, a su vez, ser capaces de dar y recibir amor".

    No lo habría dicho mejor, pero ésto es lo que yo pienso. Aunque sé (de sobras) que conocerse a si mismo es de las tareas encomendadas desde que nacemos más difíciles de llevar a cabo.

    Un beso y disculpa haber llegado tarde ;-/

    Mer

    ResponderEliminar
  26. Muchísimas gracias por tu comentario Mer, no es tarde en absoluto.

    Me ha encantado la reseña que has escrito, dan ganas de leer el libro ya. Estoy totalmente de acuerdo con lo que dices, precisamente esta tarde he leído una frase muy parecida que me ha encantado en un vídeo que ha publicado Rosa Pérez en su nuevo blog: "Despréndete de todo lo que no te deja avanzar"

    Y también estoy de acuerdo en tu frase final. Difícil de verdad...

    Me ha encantado leerte, muchísimas gracias otra vez.

    Un beso.

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Licencia Creative Commons